Existen ciertas creencias que dicen que el vino blanco debe servirse frio y el tinto a temperatura ambiente.
Estos tópicos que hablan de la temperatura recomendada de consumo del vino confunden al consumidor. Es demasiado habitual consumir el vino tinto a temperaturas más altas de lo que nuestro paladar desearía. En verano, el problema se agrava porque debido al calor nos apetece consumir algo mas refrescante y el vino lo asociamos a una bebida que no lo es. Desde nuestro punto de vista, el vino tinto podría consumirse fresco en verano, sin llegar a estar frío, para notar una sensación de frescor en el momento de degustarlo y evitar así la sensación de excesivo alcohol.
Este mito de que el vino tinto debe tomarse a “temperatura de ambiente” se remonta a la Francia del Siglo XIX, cuando las bodegas podían llegar a estar a unos 11ºC de temperatura en invierno, algo que nada tiene que ver con las temperaturas en verano e incluso en invierno en nuestro país, si tenemos en cuenta que nuestro concepto de temperatura ambiente es sacar el vino de un armario o mostrador a una media de 22-23ºC, no de una bodega.